jueves, agosto 11, 2011

In angel


En la misma línea
en que el océano renuncia
a su condición esencial,
estamos contrapuestos
en frente y espalda.
En la arena,
la huella de tu paso
es un puente  indeleble
entre tu pasado cercano
y mi pacífica espera.

Si este amor
cruzara indemne
por el filo de una daga,
cantaría bríos inmortales
en rituales blasfemos.
Murió acaso
esa  suave caricia
de vocación longeva
en el vuelo rasante
sobre tu piel tentadora?
Si esa caricia
pudiera detener su marcha
para contemplar tus ojos
sin marearse de luz
trascendería mi sangre.
 
Desmenuzarte el alma
en una playa desierta,
buscando cada tarde
vivida en delirios
es una práctica feliz.
Descubrir que
cada tarde enlaza otra
hasta convertirse
en esencia de luz
entre noche y noche,
es una dulce revelación.

Las sombras conspiran,
mi mano en tu hombro
y tus ojos esforzados
en el cielo negro,
buscando lo que no es.
Qué lejano náufrago
traerá la respuesta
que no hallamos
durante nuestra marcha
sobre tierra firme?

Contemplar el mar
a sabiendas de lo inalcanzable,
luchando palmo a palmo
entre soledades divergentes
es una lucha estéril.
Sobre esta línea de arena,
dos seres solitarios
sopesan el tiempo
con  un exquisito paladar
deseoso de nostalgia.

Voy a vestirte apenas
con palabras transparentes
para ver el mar puro
a través de ti.
Voy a descubrirte
de colores profanos
para que no opaquen
el brillo de la piel .
No amenaces con sombras,
mi ataque certero se dirige
al centro de la cruz,
donde nace el misterio.

Será el mismo cielo,
aunque el amanecer
se presente prematuro,
el que cubrirá tus ojos de luz.
Y cada roce del mar
en tus pies helados
traerá sal y futuro
a una vida incierta.


No hay ángel testigo
cuando se consuma
la armonía eterna
de dos cuerpos unidos
en carne y sangre.
A fuerza de empellones,
a costa de la piel
que se desgasta sutil
en cada minuto de deseo

No hay ángel testigo
por que tanto amor
vale en si mismo
como el propio Dios.