domingo, diciembre 04, 2011

Tigre


En el ojo de un tigre,
sobre una retina brillante,
un hombre sostiene sobre su pecho
a un niño desnudo y pálido.

En el ojo del hombre,
sobre una retina tensa,
un tigre acecha convencido
de que un hombre va a morir.

En el ojo del tigre,
un hombre siente miedo,
siente que su sangre caliente
hincha la mano que cubre el puñal.

En el ojo del hombre,
un tigre rodea la duna
por que desconfía del hombre
que, sin temor, desafía la muerte.

En el ojo del tigre,
el hombre avanza sin pausa
a la cita con su muerte
cubriendo el puñal con el niño.

En el ojo del hombre,
el tigre se agazapa y salta,
sin entender aún al hombre
que se ofrenda en sacrificio.

En los ojos del niño
un puñal se hunde en el corazón,
de un tigre dorado que ruge
y lo despierta de su sueño.


Muelles


Los muelles nacen engañados.
Si supieran de su pre-existente  condena a la permanencia,
tal vez intentarían irse de a poco con cada barco.

La indiferencia de los navegantes les erosiona el alma,
el mar los engaña con caricias que se llevan tiempo y dejan ausencia.

Cuando la verdad los abraza ellos se esconden.
Se camuflan de miedo simulando morir.


lunes, noviembre 28, 2011

Soledad




A veces pude
confundirte con mi sombra,
por tu obcecada esencia
y tu ineludible vigilancia.
En otros tiempos,
he huido de ti en círculos,
o en espirales inversos sin tiempo
que me ponían frente a mi
una y otra vez,
como si nunca hubiera partido
de ningún lugar.
Difícil era identificarte,
ponerte nombre o clasificarte
para delatarte ante los demás.
Cada vez que alzaba mis dedos
para atraparte o, al menos,
señalarte como mi verdugo,
aparecía frente a mi,
mi propia imagen derruida,
señalándome a mi mismo
con pusilánime asombro.
Intenté adjurar espejos
convencido de tu maleficio,
intenté sorprenderte desvalida,
y lloré en hechizos nocturnos
hasta más no poder,
y grité hasta el desvelo
esperando exorcizar tu presencia.


Pero tu estrategia fue certera
y tu insistencia fructífera, 
la tenacidad de tu lucha
me dejó definitivamente frente a mi.
Viéndome sin cortezas
y desmenuzándome  con curiosidad
me rehice a la luz de tu ausencia
y me convertí en tu amante.


La boca que ayer te vociferaba
hoy te besa perdidamente
y la ira que me esclavizaba
hoy es pasión por poseerte.
Los vacíos de la casa
que ayer eran abismos
se convirtieron en cántaros
prolíferos de armonioso silencio.
Saber que no estás
para que pueda sentirte
me abre las puertas al insondable
misterio de tu indeleble ausencia.


Muchos vendrán por ti
para extasiarse o aborrecerte,
y yo te veré partir de pie,
besándote por última vez,
susurrándote suavemente
que ya no te necesito.

Coraza



Como un mantra, en un círculo imperfecto,
tu voz desensilla un semitono de paz, 
se pega al filo de tus manos
y se esconde en el hueco de tus palmas.


Como un grito destemplado, en busca de una pared,
tu garganta ruge un piadoso auxilio,
con la esperanza de convertirse
en el eco infinito de sus deseos.


Como una promesa, de cumplimiento ineludible,
abro mis brazos desnudos de dolor,
para que te sumerjas en el círculo
que comienza en mi corazón
y finaliza en mis manos,
como si una coraza de luz
sellara tu alma
sobre el borde de un sonido.

martes, noviembre 22, 2011

Confesión



Vine hasta aquí sin premura
reservándome el tiempo necesario
para que ese cáliz derramado
en lo suave de la piel
pueda ser bebido de a poco.
Mi épica marcha sobre el llano
será estridente farsa
a la luz de tus sentidos que,
allanados a mi perversión,
dejaron indefensos cada uno
de tus opulentos senderos.


Creí haberte confundido
en medio de la difusa luz,
pero aún así, despejé cada duda
corriendo el riesgo preciado 
de jugar al todo o nada,
convencido de que el todo
eras tu, entera y radiante,
y que la nada era solo eso.


Se que en el trayecto
que disipa nuestras distancias
sacrifiqué alguna corrección.
Obnubilado o no por el objetivo,
conciente o no de mi sacrilegio,
se que algún día estaré
frente a mi mismo, reclamando
el precio de mi insensatez.


He dejado piel donde otros
pusieron fuga cobarde 
o negligente espera del azar.
No pido entonces indulgencias,
cualquier precio que hubiere que pagar
por beber el cáliz derramado en tu piel
será asequible ante la inmensidad
de tu cuerpo incandescente.


Por eso me siento con derecho
a idolatrar cada segundo de paz
que a tu lado florezca despacio.
Por eso esta confesión nada me cuesta,
por que ante ti, a tientas y a ciegas,
estaré el resto de mis noches
dispuesto a gozar de tu juicio.


Aunque la vida se me vaya despacio,
por una palabra que salga de tu boca,
será un deleite profundo
verla partir por ti.

viernes, septiembre 23, 2011

Calle



Rueda sobre la mesa de café
la gota de té que derrama la tasa,
atraviesa la mesa y culmina sin prisa
en la huella que la florista deja marcada
en el cordón de la acera,
donde la luz se acumula como apresurada
para que alguien llegue a la cita
con aroma a frutillas en los labios
y un blanco gélido en las manos
como las señales de la calle
que resistieron a un abrasador verano
donde una madre y su hija
recorrieron cada jardín de la esquina
en medios de chillidos carnavalescos,
bajo tediosos soles ancestrales
que dieron sombra perpetua
gracias a las frondosas carpas
de los vendedores de un poco de todo,
en una ciudad con casi nada
de vergüenza en las faldas de las mujeres
que con displicencia regalan aromas
de mujeres recién amadas por hombres
que desafían el destino cada mañana
con la impunidad propia de los valientes
que huyen para poder estar
en casi todas las batallas,
esas batallas en que cada disparo puede ser
una verdad puesta a cabalgar el viento
para que las comadres de a la vuelta
puedan desmenuzar y reconvertir
con oficio inmaculado entre cada viaje
de taxi y taxi frente a semáforos
donde la vida actúa como crónico daltónico
o con deliberada intermitencia
para permitir que la incertidumbre tenga
a maltraer a cuando predecidor de futuro
que haya osado asegurar el buen final
de esa historia entre la tímida oficinista
y el arrogante hombre de leyes
que cada atardecer inventan alguna casualidad
para poder encontrarse ingenuamente
en ese café, en la esquina donde la florista
vuelve sobre sus pasos para ofrecer su ramo
de buenos augurios amorosos
al caballero sentado con la dama
en la mesa donde una taza de té
ha rebalsado por la imprudencia sutil
de una mujer enamorada.

jueves, agosto 11, 2011

In angel


En la misma línea
en que el océano renuncia
a su condición esencial,
estamos contrapuestos
en frente y espalda.
En la arena,
la huella de tu paso
es un puente  indeleble
entre tu pasado cercano
y mi pacífica espera.

Si este amor
cruzara indemne
por el filo de una daga,
cantaría bríos inmortales
en rituales blasfemos.
Murió acaso
esa  suave caricia
de vocación longeva
en el vuelo rasante
sobre tu piel tentadora?
Si esa caricia
pudiera detener su marcha
para contemplar tus ojos
sin marearse de luz
trascendería mi sangre.
 
Desmenuzarte el alma
en una playa desierta,
buscando cada tarde
vivida en delirios
es una práctica feliz.
Descubrir que
cada tarde enlaza otra
hasta convertirse
en esencia de luz
entre noche y noche,
es una dulce revelación.

Las sombras conspiran,
mi mano en tu hombro
y tus ojos esforzados
en el cielo negro,
buscando lo que no es.
Qué lejano náufrago
traerá la respuesta
que no hallamos
durante nuestra marcha
sobre tierra firme?

Contemplar el mar
a sabiendas de lo inalcanzable,
luchando palmo a palmo
entre soledades divergentes
es una lucha estéril.
Sobre esta línea de arena,
dos seres solitarios
sopesan el tiempo
con  un exquisito paladar
deseoso de nostalgia.

Voy a vestirte apenas
con palabras transparentes
para ver el mar puro
a través de ti.
Voy a descubrirte
de colores profanos
para que no opaquen
el brillo de la piel .
No amenaces con sombras,
mi ataque certero se dirige
al centro de la cruz,
donde nace el misterio.

Será el mismo cielo,
aunque el amanecer
se presente prematuro,
el que cubrirá tus ojos de luz.
Y cada roce del mar
en tus pies helados
traerá sal y futuro
a una vida incierta.


No hay ángel testigo
cuando se consuma
la armonía eterna
de dos cuerpos unidos
en carne y sangre.
A fuerza de empellones,
a costa de la piel
que se desgasta sutil
en cada minuto de deseo

No hay ángel testigo
por que tanto amor
vale en si mismo
como el propio Dios.

viernes, marzo 25, 2011

Caffeine


Implosión


- Tiro todo hacia afuera. Espero que nadie junte mis retazos. Es feo que otro se ponga mis fracasos.

- La última vez dejaste todo a la vista y el primero que pasó se apropió de tus cosas.

- Pobre. Andar por la vida con cosas usadas.

- Peor es andar desnudo con el alma al aire.

- Tonterías. Tener el alma al aire es ganar la guerra. Pero a eso todos le tienen miedo. Prefieren ponerse fracasos usados, aunque estén desteñidos.

- Dale, tirá todo de una vez y vamos...

- Me ayudás?

- No, tengo miedo de que también me tires hacia afuera...

- Mentira. Tenés miedo de lo que pueda sacar de mi...

jueves, marzo 24, 2011

Del sentido de las cosas


Para qué está la mano, en el lugar que debe ocupar la mano, si no va hacia la sal que sala?
Para qué están los ojos, encandilados o no, si no alcanzan a advertir a otros ojos en busca de la misma mirada?
Para qué está mi boca, estridente o balbuceante, si calla cada vez que el silencio debe ser ejecutado?
Por que, si bien los pies pueden correr hacia la vida, también pueden huir cobardemente para no ser feliz aunque sea durante un suspiro…

Por que, si bien la mano puede utilizar la misma fuerza para hundir el puñal que para tapar el hueco de la herida, tanto las manos como los pies nos hacen creadores de un tiempo que lucha por no ser cómplice de una muerte incandescente.
Por que en tanto que mi boca expulsa palabras, otras callarán para que el oído no se distraiga.
Por que en tanto que una caricia aterrice sobre el paño de la piel, sea esta tersa o curtida según la mano que acaricia, habrá otra mano que en otro cuerpo quiera vengar el roce como si fuera una pelea de cachorros bajo el sol, como si fuera un trueque de placeres, donde un beso vale otro, y así indefinidamente hasta que el negocio a todos convenga.
Por que en tanto que un paso lleve a otro paso nos daremos cuenta que hay tiempo para ir hacia delante, tanto como noche al día y luna al sol.
Por que en tanto mis ojos adviertan tu mirada, servirán para algo millones de años de fuego en un sol que tan solo tiene el compromiso de darle a cada ser la sombra que lo hace posible.