Los muelles nacen engañados.
Si supieran de su pre-existente condena a la permanencia,
tal vez intentarían irse de a poco con cada barco.
La indiferencia de los navegantes les erosiona el alma,
el mar los engaña con caricias que se llevan tiempo y dejan ausencia.
Cuando la verdad los abraza ellos se esconden.
Se camuflan de miedo simulando morir.
1 comentario:
buen poema.
Publicar un comentario