martes, noviembre 22, 2011

Confesión



Vine hasta aquí sin premura
reservándome el tiempo necesario
para que ese cáliz derramado
en lo suave de la piel
pueda ser bebido de a poco.
Mi épica marcha sobre el llano
será estridente farsa
a la luz de tus sentidos que,
allanados a mi perversión,
dejaron indefensos cada uno
de tus opulentos senderos.


Creí haberte confundido
en medio de la difusa luz,
pero aún así, despejé cada duda
corriendo el riesgo preciado 
de jugar al todo o nada,
convencido de que el todo
eras tu, entera y radiante,
y que la nada era solo eso.


Se que en el trayecto
que disipa nuestras distancias
sacrifiqué alguna corrección.
Obnubilado o no por el objetivo,
conciente o no de mi sacrilegio,
se que algún día estaré
frente a mi mismo, reclamando
el precio de mi insensatez.


He dejado piel donde otros
pusieron fuga cobarde 
o negligente espera del azar.
No pido entonces indulgencias,
cualquier precio que hubiere que pagar
por beber el cáliz derramado en tu piel
será asequible ante la inmensidad
de tu cuerpo incandescente.


Por eso me siento con derecho
a idolatrar cada segundo de paz
que a tu lado florezca despacio.
Por eso esta confesión nada me cuesta,
por que ante ti, a tientas y a ciegas,
estaré el resto de mis noches
dispuesto a gozar de tu juicio.


Aunque la vida se me vaya despacio,
por una palabra que salga de tu boca,
será un deleite profundo
verla partir por ti.

No hay comentarios: